martes, 12 de julio de 2011
El cálculo ABN. Balance de un año
El curso 2010-2011 ha sido el tercero en el que se ha desarrollado en las aulas de Primaria el método de cálculo ABN. Puede ser un buen momento para hacer balance y resaltar los aspectos más notables de la evolución que ha presentado. Serían muchas las cosas a decir, pero tendiendo a ser lo más concisos posible señalaré nueve aspectos fundamentales.
La gran propagación del método.
En efecto. Ni en las visiones más optimistas había considerado la gran difusión alcanzada. Recuerdo los datos. En el curso 2008-2009 fue iniciado por un solo grupo (el 1º del CEIP “Andalucía”, de Cádiz). Bien avanzado el curso se produjo la incorporación de un nuevo grupo, también de 1º, y del CEIP “Carlos III”, de Cádiz. En el curso 2009-2010 el número de grupos salta a nueve: dos primeros, cuatro segundos, un tercero, un cuarto y un quinto. En el curso que analizamos, el 2010-2011, no sabemos cuántos centros y docentes lo llevan a cabo. Son muchos. Estimamos que alrededor de doscientos grupos en cerca de cien colegios. Pensamos en este número en función de las informaciones que nos llegan y del conocimiento de la difusión alcanzada. También en el hecho de que varias editoriales se hayan interesado en la elaboración de materiales para el alumno, basándose en las peticiones que reciben de los colegios. No solo se ha extendido por
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Jaime Martínez Montero
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domingo, 10 de julio de 2011
El algoritmo ABN en "La Voz de Almería"
Artículo aparecido en "La voz de Almería" previo a la celebración de la jornada sobre el método en Olula.
Hay que hacer una matización. No soy un profesor de Cádiz, sino un Inspector, que es mi ocupación principal.
Para ampliar haga clic sobre la imagen.
Hay que hacer una matización. No soy un profesor de Cádiz, sino un Inspector, que es mi ocupación principal.
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Jaime Martínez Montero
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sábado, 2 de julio de 2011
Palabras al acabar la ESO
Incluyo en el blog el artículo que hoy han publicado los periódicos del grupo Joly. Va de despedidas de alumnos. Espero que les guste.
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José Miguel de la Rosa Sánchez
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viernes, 1 de julio de 2011
¿Matemáticas o Religión?
Después de asistir a muchas clases de matemáticas, después de preguntar y escuchar mucho a los alumnos, he encontrado un sentido muy similar al religioso en el proceso de enseñanza-aprendizaje de esta materia que se sigue en la mayoría de las aulas. ¿Por qué digo esto?
Muchos aprendizajes de los alumnos están basados en creencias. ¿Por qué se corre un lugar a la izquierda el segundo producto parcial en una multiplicación? ¿Por qué al dividir el signo menos por el signo menos se obtiene el signo más? ¿Por qué cuando se multiplican polinomios se suman los exponentes, pero se halla el producto de los coeficientes? ¿Por qué se cambia de signo al transponer términos en una ecuación? Estas y muchas más preguntas son contestadas de la misma manera por los alumnos: porque así me lo han dicho mis profes, y me creo lo que me dicen. ¿Puedes explicar por qué? No. Para qué. Me han dicho que así está bien, y punto.
Los que estamos comprometidos con una renovación de la metodología matemática nos encontramos con muchos profesores que defienden los planteamientos clásicos y gastados con una fe similar a la religiosa. Parece que la forma tradicional de trabajar es tan intangible como el mensaje divino, y nadie está autorizado a interpretar los evangelios de una manera distinta.
Como en la parábola, muchos son los llamados al banquete del conocimiento matemático. Concretamente, todos los alumnos en la etapa obligatoria. Pero, al igual que en el Evangelio, son muy pocos los elegidos. Son escasos los que pueden degustar sus manjares y menos todavía los que sacan provecho de ellos. Esos pocos son, formalmente, otro concepto profundamente religioso y que viene desde la Biblia: el del “pueblo elegido”.
Se dice que el aprendizaje matemático no es cosa de broma ni de juegos. Es algo muy serio, que requiere esfuerzos y sudores. Es un camino de obstáculos, lleno de espinas, en el que se dan pocas facilidades al que lo recorre. Esta concepción del proceso es isomorfa con la concepción religiosa –antigua- de la vida: un valle de lágrimas, un lugar al que se viene a sufrir, un sitio en el que quien disfrute o se aproveche o no se ocupe de su salvación tendrá, en el otro mundo, un castigo terrible.
Estamos en el año 2011. Hay que dejarse de creencias y prejuicios, que no es más que estar absolutamente seguros de algo que no sabemos, y asomarnos un poco a lo que dice la ciencia. Psiconeurólogos cognitivistas como Dehaene, Spelke, Griffin, etc., que trabajan en universidades muy prestigiosas, utilizando las técnicas más avanzadas y estudiando lo que ocurre en el cerebro de los niños cuando se enfrentan a tareas matemáticas, han comenzado a aportar modelos científicos que explican el funcionamiento de la mente en relación con el pensamiento matemático. Y se ha llegado a conclusiones muy esclarecedoras. La matemática forma parte del conjunto de herramientas con que se equipa, de serie, la especie humana, y que le facilita su interacción con el medio. Se ha detectado que, desde muy pequeños, los niños son capaces de desarrollar tareas aritméticas y espaciales, y ello con independencia absoluta de la procedencia social o étnica. En buena parte, esta capacidad intuitiva es independiente de las que se corresponden con el lenguaje, y su mayor o menor desarrollo depende de las experiencias de aprendizaje a que los niños sean sometidos. No se ha descubierto nada parecido a un determinismo matemático o a un gen aritmético que unos posean y otros no. Todos estamos especialmente dotados para este tipo de procesos mentales. Dehaene sostiene que nacemos con las intuiciones fundamentales del espacio, del tiempo y de los números, y que tales intuiciones las compartimos con bastantes especies animales. Se trataría de una herencia que viene desde la aurora de los tiempos, y que ha jugado un papel importantísimo en la supervivencia de la especie. La construcción matemática no es más que la formalización y la relación de estas tres grandes intuiciones, y esto ya sí es algo que sólo pueden realizar los humanos.
Hay que ir cambiando el chip. En los pocos sitios en que se han adoptado metodologías que han tenido en cuenta los hallazgos de la ciencia y han roto la pesada cadena de los enfoques tradicionales, los niños han aprendido muy por encima del nivel esperado, han comprendido en profundidad los conceptos y, por si fuera poco, han disfrutado mucho con su trabajo. Hay que actualizarse. De la misma manera que no permitiríamos que un médico nos tratara con las técnicas de hace cincuenta años, tampoco debería continuar por más tiempo un sistema de enseñanza que, en lo esencial, no ha cambiado desde hace décadas.
Alguien dijo que la resolución del conflicto entre judíos y palestinos era muy fácil: bastaría con que, en lugar de enfrentar a sus religiones, aplicaran lo que ellas dicen. A lo mejor también es fácil solucionar el tradicional déficit de aprendizaje matemático: podría bastar con comenzar a aplicar lo que nos dice la ciencia.
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Jaime Martínez Montero
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