Pennac, en su libro
“Mal de Escuela” define al alumno golosina de esta manera: “El alumno golosina. Así llamaba yo, ya profesor, a
mis alumnos excelentes, esas perlas raras, cuando encontraba alguno en mis
clases. ¡Quise mucho a mis alumnos golosina! Me ayudaban a descansar de los
demás. ¡Y me estimulaban! El que capta más pronto, responde más acertadamente,
y a menudo con humor; esos ojos que brillan y esa discreción en la soltura que
es la gracia suprema de la inteligencia...” Para la Administración, para la
Sociedad, para las familias, para tus alumnos tú has sido la maestra golosina, y
para los abeneros la compañera golosina.
Milán
Kundera, en “La insoportable levedad del ser”, decía: “El hombre vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus
vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe
posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no
existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin
preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo”.
Tal vez no lleve razón del todo. Afortunadamente, conocemos personas como tú, que
tomamos como referentes, que exhiben conductas que nos sirven de ejemplo, que
desarrollan comportamientos que queremos imitar. Ese es uno de los grandes y
más difíciles valores de las maestras: servir de guía y contraste a los demás.
Has dignificado esa gran idea que es la escuela. Porque la escuela es el lugar privilegiado en el que se
movilizan las experiencias humanas y sus bienes culturales para que, a través
de ellos, el sujeto crezca y recorra en pocos años el camino que a la humanidad
le ha costado siglos. Porque una persona no es más que lo que sabe.
Si bien saber y aprender dependen de ella en gran medida, no es menos cierto
que la influencia de una gran maestra es el acicate, el catalizador que promueve
y acelera las reacciones del espíritu. Es lo que tú has hecho. Por eso
permanecerás en la mente de tus alumnos, serás un recuerdo vivo, y podrán decir
de ti algo parecido a lo que escribió el gran Neruda:
“Me has agregado la fuerza de todos los que viven.
Me
has dado la libertad que no tiene el solitario.
Me
enseñaste a encender la bondad, como el fuego.
Me
hiciste construir sobre la realidad, como sobre una roca.
Me
hiciste adversario del malvado y muro del frenético.
Me
has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.
QUE ASÍ SEA.”
Un beso muy grande.
Jaime
Mi estimada Maestra , ha sido una alegría haberle seguido a través del YouTube y brindar conocimiento Le Deseo la mas dulce jubilación . Saludos PERÚ.
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