martes, 27 de septiembre de 2016
Para el debate. Contra la prohibición, objeción de conciencia.
Uno de los participantes en uno de los debates que se suscitan en la página de Facebook del método ABN denuncia cómo, al cambiar a 4º Curso, está obligado a trabajar las matemáticas con el método tradicional. Otra maestra, con algunos años de experiencia en ABN y con muy buenos resultados, cambia de destino y llega a un colegio nuevo (para ella, no que el colegio esté recién hecho). Hace saber a la Dirección y compañeros que ella trabaja ABN, y le dicen que de eso nada, que en ese colegio está prohibido.
Uno, de verdad, se queda patidifuso ante los avances de la “libertad de cátedra” a los que se está llegando. Hasta el aterrizaje del ABN no he conocido ninguna prohibición expresa que le hagan a un docente respecto a su forma de enseñar. En el caso del ABN se justifica la prohibición en la necesidad de estar coordinados y de asegurar la continuidad de tratamiento a los niños cuando cambien de curso. Es todo mentira. Hay otras razones, pero como son inconfesables tienen que inventarse estas chorradas. Me explico.
Lo de la continuidad de tratamiento es algo que no se hace en muchos centros, precisamente en los contenidos cuya adquisición requiere más de un curso o un ciclo escolar: lectura, escritura, ortografía, composición escrita, etc. No hablemos ya del Inglés o el Francés, que son acumulativos, transversales, etc. Son, como se decía antes, materias instrumentales e importantísimas. Nadie, ni en el colegio del que hablo ni en otros, se mete en cómo aborda un o una docente el aprendizaje de estos aspectos por parte de sus alumnos. Tampoco le dicen al profesor de Inglés que ciertos modos de impartir su clase no se le permite o se le prohíbe, porque van en contra de lo que se ha hecho en cursos anteriores. Por eso digo que ese no es el problema. El asunto no está en la continuidad ni en la coordinación. ¿Dónde está pues? ¿Qué es lo que se quiere evitar? Pues que haya un grupo de alumnos que aprenda mucho, que disfrute con su aprendizaje y que le den muchas vueltas a los de las otras clases. Los otros quedan en evidencia y sin argumentos cuando los padres les dicen que por qué no trabajan ellos igual. Y no quieren porque están más cómodos enseñando la matemática tal y como se hacía en los tiempos de Sagasta y Cánovas del Castillo. Esta es la cuestión… naturalmente inconfesable. ¿La coordinación? ¿Acaso no es necesaria? Bueno, sí. Pero la coordinación es un instrumento, un medio organizativo para obtener mejores resultados, no para impedirlos. El fin del colegio es que los niños aprendan, y para eso se coordinan los profesores. El fin no es la coordinación de los profesores, y menos aún que la misma se utilice para impedir que aprendan bien o para amparar formas obsoletas de enseñar. ¿Coordinación? ¡Claro que sí! Pero tendrán que coordinarse los que lo hacen mal con los que lo hacen bien, no al revés.
Y entrando en la sustancia de la prohibición. ¿Qué es lo que prohíben? Porque ABN es muchas cosas, diferentes prácticas, está centrado en gran medida en aspectos concretos del currículum. Si dejamos fuera el bloque de Medidas, Geometría, Azar, probabilidad y estadística, y el previo de investigación y resolución de problemas, vemos que la prohibición reduce su ámbito de acción. Pero vamos al bloque de los números. ¿Qué se prohíbe? ¿Se prohíbe que los niños usen material manipulativo? ¿Qué usen la tabla del cien o la recta numérica? ¿Qué hagan descomposiciones o “soles”? ¿Qué aprendan bien la numeración? ¿Qué alcancen un notable nivel de cálculo mental? ¿Qué aprendan a resolver problemas de forma que mejoren en mucho los resultados? No parece que tales cosas se puedan prohibir. Y si alguien lo hiciera, desde luego que se iba a lucir. Entonces, ¿qué queda que sea carne de la prohibición? Las cuentas y su formato. Nada más. Y, como ya dije, si ese es el gran problema, pues al acabar el curso les enseño a los niños a realizar los cálculos que ya saben usando los formatos tradicionales y se ha acabado la cuestión. Es más, se puede argüir que precisamente se sigue el método que se sigue para que los niños hagan bien y comprendan esos formatos obsoletos que tanta pasión y cariño despiertan en algunos docentes. Punto final.
Entiendo que no es nada sencillo trabajar en un centro con el ambiente en contra, y que no todo el mundo tiene la personalidad y el coraje suficiente para desarrollar su trabajo de modo que se gane la animadversión o la enemistad de sus compañeros. Lo entiendo y no tengo ningún reproche para quien termina cediendo. Hay que estar metido en su piel para juzgar. Ahora bien, sí me tomo como obligación dar argumentos a los que no se plieguen y razones para poder defender su forma de trabajar, lo que siempre viene bien.
Si yo estuviera en el caso que denuncio, le pediría a la dirección que me explicara con más concreción qué elemento del método está prohibido, a ver si así se comienzan a desenmascarar las verdaderas intenciones de la medida. ¿Y si hay una negativa en redondo? Contraatacaría con preguntas: ¿Quién lo prohíbe? ¿Dónde está escrito? ¿En qué precepto legal se basa? ¿Cuál es el castigo que se me va a imponer si no acato la prohibición? ¿Y dónde está el catálogo de castigos? El derecho a alegar que la ley concede a todos me imagino que también lo tendré yo, ¿no? ¿Y en qué plazo alego? ¿Quién va estudiar mi alegación y va a resolver la misma? ¿Y cómo un pequeño grupo de funcionarios establecen prohibiciones al margen del procedimiento administrativo? ¿A qué competencia de las atribuidas al Consejo Escolar y al Claustro se acoge la prohibición? Naturalmente, no habrá respuestas. Y si siguen amenazando con la prohibición, pues te haces objetor de conciencia y te niegas: nadie te puede obligar a que desarrolles mal tu trabajo sabiendo hacerlo mejor. Ser objetor de conciencia tiene muy buena prensa en este país, y puestas así las cosas igual se lo piensan mejor. Y que te denuncien. A ver si así salimos en los periódicos. Verás qué bien quedan los prohibidores.
Uno, de verdad, se queda patidifuso ante los avances de la “libertad de cátedra” a los que se está llegando. Hasta el aterrizaje del ABN no he conocido ninguna prohibición expresa que le hagan a un docente respecto a su forma de enseñar. En el caso del ABN se justifica la prohibición en la necesidad de estar coordinados y de asegurar la continuidad de tratamiento a los niños cuando cambien de curso. Es todo mentira. Hay otras razones, pero como son inconfesables tienen que inventarse estas chorradas. Me explico.
Lo de la continuidad de tratamiento es algo que no se hace en muchos centros, precisamente en los contenidos cuya adquisición requiere más de un curso o un ciclo escolar: lectura, escritura, ortografía, composición escrita, etc. No hablemos ya del Inglés o el Francés, que son acumulativos, transversales, etc. Son, como se decía antes, materias instrumentales e importantísimas. Nadie, ni en el colegio del que hablo ni en otros, se mete en cómo aborda un o una docente el aprendizaje de estos aspectos por parte de sus alumnos. Tampoco le dicen al profesor de Inglés que ciertos modos de impartir su clase no se le permite o se le prohíbe, porque van en contra de lo que se ha hecho en cursos anteriores. Por eso digo que ese no es el problema. El asunto no está en la continuidad ni en la coordinación. ¿Dónde está pues? ¿Qué es lo que se quiere evitar? Pues que haya un grupo de alumnos que aprenda mucho, que disfrute con su aprendizaje y que le den muchas vueltas a los de las otras clases. Los otros quedan en evidencia y sin argumentos cuando los padres les dicen que por qué no trabajan ellos igual. Y no quieren porque están más cómodos enseñando la matemática tal y como se hacía en los tiempos de Sagasta y Cánovas del Castillo. Esta es la cuestión… naturalmente inconfesable. ¿La coordinación? ¿Acaso no es necesaria? Bueno, sí. Pero la coordinación es un instrumento, un medio organizativo para obtener mejores resultados, no para impedirlos. El fin del colegio es que los niños aprendan, y para eso se coordinan los profesores. El fin no es la coordinación de los profesores, y menos aún que la misma se utilice para impedir que aprendan bien o para amparar formas obsoletas de enseñar. ¿Coordinación? ¡Claro que sí! Pero tendrán que coordinarse los que lo hacen mal con los que lo hacen bien, no al revés.
Y entrando en la sustancia de la prohibición. ¿Qué es lo que prohíben? Porque ABN es muchas cosas, diferentes prácticas, está centrado en gran medida en aspectos concretos del currículum. Si dejamos fuera el bloque de Medidas, Geometría, Azar, probabilidad y estadística, y el previo de investigación y resolución de problemas, vemos que la prohibición reduce su ámbito de acción. Pero vamos al bloque de los números. ¿Qué se prohíbe? ¿Se prohíbe que los niños usen material manipulativo? ¿Qué usen la tabla del cien o la recta numérica? ¿Qué hagan descomposiciones o “soles”? ¿Qué aprendan bien la numeración? ¿Qué alcancen un notable nivel de cálculo mental? ¿Qué aprendan a resolver problemas de forma que mejoren en mucho los resultados? No parece que tales cosas se puedan prohibir. Y si alguien lo hiciera, desde luego que se iba a lucir. Entonces, ¿qué queda que sea carne de la prohibición? Las cuentas y su formato. Nada más. Y, como ya dije, si ese es el gran problema, pues al acabar el curso les enseño a los niños a realizar los cálculos que ya saben usando los formatos tradicionales y se ha acabado la cuestión. Es más, se puede argüir que precisamente se sigue el método que se sigue para que los niños hagan bien y comprendan esos formatos obsoletos que tanta pasión y cariño despiertan en algunos docentes. Punto final.
Entiendo que no es nada sencillo trabajar en un centro con el ambiente en contra, y que no todo el mundo tiene la personalidad y el coraje suficiente para desarrollar su trabajo de modo que se gane la animadversión o la enemistad de sus compañeros. Lo entiendo y no tengo ningún reproche para quien termina cediendo. Hay que estar metido en su piel para juzgar. Ahora bien, sí me tomo como obligación dar argumentos a los que no se plieguen y razones para poder defender su forma de trabajar, lo que siempre viene bien.
Si yo estuviera en el caso que denuncio, le pediría a la dirección que me explicara con más concreción qué elemento del método está prohibido, a ver si así se comienzan a desenmascarar las verdaderas intenciones de la medida. ¿Y si hay una negativa en redondo? Contraatacaría con preguntas: ¿Quién lo prohíbe? ¿Dónde está escrito? ¿En qué precepto legal se basa? ¿Cuál es el castigo que se me va a imponer si no acato la prohibición? ¿Y dónde está el catálogo de castigos? El derecho a alegar que la ley concede a todos me imagino que también lo tendré yo, ¿no? ¿Y en qué plazo alego? ¿Quién va estudiar mi alegación y va a resolver la misma? ¿Y cómo un pequeño grupo de funcionarios establecen prohibiciones al margen del procedimiento administrativo? ¿A qué competencia de las atribuidas al Consejo Escolar y al Claustro se acoge la prohibición? Naturalmente, no habrá respuestas. Y si siguen amenazando con la prohibición, pues te haces objetor de conciencia y te niegas: nadie te puede obligar a que desarrolles mal tu trabajo sabiendo hacerlo mejor. Ser objetor de conciencia tiene muy buena prensa en este país, y puestas así las cosas igual se lo piensan mejor. Y que te denuncien. A ver si así salimos en los periódicos. Verás qué bien quedan los prohibidores.
Publicado por
Jaime Martínez Montero
en
10:27
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Etiquetas:
Preguntas y respuestas sobre los algoritmos ABN.
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Me parece muy respetable trabajar el ABN y por supuesto soy contraria a prohibir cualquier opción metodológica. Pero tampoco me parece justo que a los maestros que por diferentes motivos no nos convence está metodología se nos acuse de trabajar mal o pero todavía , de no querer trabajar. El ABN no es la única opción metodológica "correcta" y las personas que no lo trabajamos también buscamos formas de innovar y enriquecer el aprendizaje de nuestros alumnos y , como consecuencia, el nuestro. No cerremos los ojos a todo lo que no sea ABN porque existen muchas más opciones pedagógicas igualmente válidas.
ResponderEliminarMe parece muy respetable trabajar el ABN y por supuesto soy contraria a prohibir cualquier opción metodológica. Pero tampoco me parece justo que a los maestros que por diferentes motivos no nos convence está metodología se nos acuse de trabajar mal o pero todavía , de no querer trabajar. El ABN no es la única opción metodológica "correcta" y las personas que no lo trabajamos también buscamos formas de innovar y enriquecer el aprendizaje de nuestros alumnos y , como consecuencia, el nuestro. No cerremos los ojos a todo lo que no sea ABN porque existen muchas más opciones pedagógicas igualmente válidas.
ResponderEliminarCreo que no entra usted en lo esencial del redactado de la entrada. Pero bueno, ahí queda su opinión. En cualquier caso a usted no la he acusado de nada. He relatado dos casos reales, nada más.
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