viernes, 5 de marzo de 2010
LAS CINCO RAZONES POR LAS QUE SE DEBERÍAN PROSCRIBIR LAS VIEJAS CUENTAS.
1. Porque haciendo cuentas no se calcula. Se hace otra cosa. En concreto: se memorizan bases de datos (las tablas) y un conjunto de instrucciones sobre el manejo y la aplicación de las mismas. Nada más. No hay cálculo. Lo que el alumno hace es recuperar de la memoria las combinaciones de las bases de datos y las instrucciones de uso.
2. Porque entorpecen el cálculo mental y la estimación. Nuestro cerebro calcula espontáneamente de izquierda a derecha, y las viejas cuentas (salvo la división), lo hacen en sentido contrario. Son un obstáculo y sólo por esta razón ya se deberían eliminar.
3. Porque ya nadie las hace. Han quedado obsoletas. El lector o lectora que tenga la paciencia de leer esto puede preguntarse: ¿cuándo fue la última vez que hizo una cuenta de dividir por dos cifras? Posiblemente, desde la escuela no haya repetido. ¿De verdad cree alguien que un niño de diez años, por ejemplo, va a hacer cuentas cuando tenga 30 ó 40?
4. Porque son las culpables de que los alumnos no sepan resolver problemas. Se le echa la culpa de tan acreditada incapacidad a la escasa comprensión lectora de chicos y chicas. Pero resulta que sí entienden largos textos y con un vocabulario más elaborado y menos tópico que el que aparece en un problema. No, no es esta la causa. La causa radica en las cuentas. Lo que el alumno hace al realizar cuentas no tiene nada que ver con resolver problemas. ¿Qué se hace cuando se resuelve una cuenta? Veamos. El niño coge dos números, los desmenuza en cada una de sus cifras, y a continuación va emparejando esas cifras desencajadas una a una. Busca en su memoria el resultado del emparejamiento y, conforme a las instrucciones de uso aprendidas previamente, coloca el resultado en su lugar. ¿De dónde va a sacar el alumno la suficiente significación para convertir un proceso ciego, sin sentido, en otro que sí lo tiene? Por eso, el alumno se agarra a un clavo ardiendo cuando se trata de resolver un problema. Y cuando el texto le da la más mínima pista, a ella se acoge. Si aparece “más” sumará (aunque hubiera que restar) y si aparece “entre” dividirá (aunque haya que multiplicar).
5. Porque tienen buena parte de culpa en que los alumnos le tengan tanta tirria a la materia. Se convierten en una tarea tediosa, sin sentido, repetitiva, en la que no interviene la inteligencia. Parece que su finalidad fuera más la de domar a los niños que la de desarrollar su intelecto.
2. Porque entorpecen el cálculo mental y la estimación. Nuestro cerebro calcula espontáneamente de izquierda a derecha, y las viejas cuentas (salvo la división), lo hacen en sentido contrario. Son un obstáculo y sólo por esta razón ya se deberían eliminar.
3. Porque ya nadie las hace. Han quedado obsoletas. El lector o lectora que tenga la paciencia de leer esto puede preguntarse: ¿cuándo fue la última vez que hizo una cuenta de dividir por dos cifras? Posiblemente, desde la escuela no haya repetido. ¿De verdad cree alguien que un niño de diez años, por ejemplo, va a hacer cuentas cuando tenga 30 ó 40?
4. Porque son las culpables de que los alumnos no sepan resolver problemas. Se le echa la culpa de tan acreditada incapacidad a la escasa comprensión lectora de chicos y chicas. Pero resulta que sí entienden largos textos y con un vocabulario más elaborado y menos tópico que el que aparece en un problema. No, no es esta la causa. La causa radica en las cuentas. Lo que el alumno hace al realizar cuentas no tiene nada que ver con resolver problemas. ¿Qué se hace cuando se resuelve una cuenta? Veamos. El niño coge dos números, los desmenuza en cada una de sus cifras, y a continuación va emparejando esas cifras desencajadas una a una. Busca en su memoria el resultado del emparejamiento y, conforme a las instrucciones de uso aprendidas previamente, coloca el resultado en su lugar. ¿De dónde va a sacar el alumno la suficiente significación para convertir un proceso ciego, sin sentido, en otro que sí lo tiene? Por eso, el alumno se agarra a un clavo ardiendo cuando se trata de resolver un problema. Y cuando el texto le da la más mínima pista, a ella se acoge. Si aparece “más” sumará (aunque hubiera que restar) y si aparece “entre” dividirá (aunque haya que multiplicar).
5. Porque tienen buena parte de culpa en que los alumnos le tengan tanta tirria a la materia. Se convierten en una tarea tediosa, sin sentido, repetitiva, en la que no interviene la inteligencia. Parece que su finalidad fuera más la de domar a los niños que la de desarrollar su intelecto.
Publicado por
Jaime Martínez Montero
en
12:32
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
Artículos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¡Hola!
ResponderEliminarMe parece muy interesante la propuesta y me pregunto ¿Es posible aplicar este algoritmo cuando los alumnos/as presentan dificultades de aprendizaje, bajo nivel en razonamiento, comprensión...?
Yo soy maestra de P.T. y ,en principio, me parece difícil que mi alumnado llegue a desarrollar estas estraegias.
Seguiré leyendo ... ¡Cuánto cuesta deshacerse de los esquemas de siempre!
Un saludo
Claro que es posible. A veces uno suele pensar que como tarda mucho cortar la leña no se puede entretener en afilar el hacha. Es que los problemas vienen del método. Precisamente los niños con más dificultades son los que más necesitan cambiar.
ResponderEliminar