¡BIENVENIDOS!

¡Bienvenidos al blog del ABN! Un año más comenzamos un nuevo curso, llenos de esperanza e ilusión. Será el décimoquinto año de aplicación del método ABN, desde que en el curso 2008-2009 se dieron los primeros pasos en los colegios “Andalucía” y “Carlos III”, de Cádiz. Seguimos adelante. Tenemos a muchos docentes y a muchos niños detrás, que empujan con una fuerza irresistible. Este blog recoge toda la historia del desarrollo del método, desde su primera entrada, allá por Marzo de 2010, hasta hoy. No hemos querido quitar nada. Y aquí seguimos con más de tres mil vídeos y cerca de las cuatro mil entradas, que se dice pronto.

El blog va a seguir siendo fiel a sus principios: mostrar que es posible calcular de otra manera más motivadora, más fácil, más conectada con el pensamiento de los niños, más adaptada a sus futuras necesidades. En definitiva, del modo más eficaz para que los alumnos alcancen competencia matemática.

Animamos a los docentes y a las familias a utilizar el nuevo método. Con él se acaban las tareas repetitivas de cálculo, las dificultades matemáticas sin sentido, el aprendizaje memorístico vacío. Y para convencer al visitante de que es posible nos hemos alejado de los discursos vanos y de la palabrería barata. El material fundamental de este blog es el reflejo de lo que hacen los niños en las clases: vídeos y fotos dan cuenta de ello. Nunca omitimos de qué colegio, de qué maestra o de qué grupo de alumnos se trata. Porque no expresamos fantasías ni delirios, sino resultados concretos.

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MÉTODO ABN

jueves, 17 de mayo de 2012

Reacciones y posturas.


             Un compañero de la Inspección, muy favorable al método ABN, me hace llegar la opinión de que tal vez este método se aplicaría más y tendría más extensión si yo no tuviese una postura tan estricta y tan contraria al método tradicional, y si, de paso, no lo ridiculizara tanto (el método tradicional, claro). Es una vieja cuestión y que me han planteado más de una vez. No está de más contestarla y añadir algún matiz que no haya aparecido en anteriores respuestas.
            El asunto envuelve dos cuestiones diferentes. Uno, la crítica a las personas que emplean el método tradicional. El otro, la permisión o no del empleo simultáneo de ambos métodos. Empecemos por la primera cuestión.
            Yo no critico a persona alguna. Nada más lejos de mi ánimo que pretender ridiculizar los trabajos de los docentes que aplican el método tradicional. Bastante tienen con tener que trabajar con esa herramienta tan mala. Ellos no son culpables de nada. Hacen lo que les han enseñado, lo que está en la cultura escolar, lo que padres y compañeros esperan de ellos, lo que aparece en los libros de texto. Que critique sin piedad el método tradicional no supone crítica o minusvaloración de quienes lo emplean. Pongo
dos ejemplos, uno referido a la dieta y otro a la construcción.
            La cultura gastronómica de varios países europeos dio lugar a una dieta plagada de grasas perjudiciales, que elevaba la tensión arterial y el nivel de colesterol, con los riesgos vitales que esto acarreaba. ¿Tenían de ello la culpa las amas de casa o las personas que preparaban las comidas? Cuando se recomendaba un cambio de dieta y se hacía ver los peligros de una ingesta excesiva de ciertos alimentos, ¿se deberían sentir criticadas los cocineros y cocineras? Es evidente que no. La cuestión era otra.
            En el mundo de la construcción el paso del tiempo va poniendo de manifiesto ciertos problemas estructurales o una mala evolución de los materiales que hace treinta o cuarenta años se emplearon en la edificación: alumninosis, materiales con efectos cancerígenos, etc. ¿Tenían la culpa de aquello los maestros de obra, los oficiales o los albañiles que hicieron materialmente la obra? ¿Se deben sentir injustamente tratados cuando se descubre que los edificios que ellos levantaron con sus manos tenían defectos estructurales o de materiales? Naturalmente que no.
            Por ello, no entendería que hubiera docentes que, pudiendo cambiar de método, no lo hicieran como reacción a mis críticas al método tradicional. Primero porque no hay crítica hacia ellos, y segundo porque errarían en la elección de perspectiva: un docente responsable y buen profesional debe elegir el método que produzca mejor aprendizaje en sus alumnos, y no que la decisión esté basada en fobias o simpatías a una tercera persona, aunque de ello se derivara perjuicio claro hacia su clase.
            Respecto al empleo simultáneo de ambos métodos es claro que nada puedo prohibir. ¿Cómo lo voy a hacer? ¿Cómo voy a saber lo que se hace en cada clase? ¿Con qué autoridad voy a prohibir que un docente trabaje el cálculo de la manera en que se hace en casi todo el mundo occidental? ¿Y cómo lo prohibiría? ¿Agarraría de la pechera al que osara contravenir la norma de no mezclar métodos? Mi posición es otra y me parece que es bastante clara. Sigo de manera directa la aplicación del método en dieciocho colegios. Observo los resultados porque trabajo con los niños. Y llevo ya el número de años suficientes para saber que hay prácticas que favorecen el desarrollo del pensamiento numérico y otras que lo impiden. Mi deber es advertir de los efectos negativos y adversos de tal forma de actuar. Si a pesar de la información que les traslado los docentes siguen en sus trece de mantener el mix, pues qué le vamos a hacer. Lo único es que a partir de ese momento no cuentan con mi ayuda.
            Finalmente, lo que tantas veces hemos repetido: de lo que procuramos defendernos no es de los que siguen con el cálculo tradicional, sino de estos mismos que quieren impedir a toda costa que otros compañeros trabajen con el método ABN. A estos últimos le damos todo nuestro apoyo y les ayudamos con todas nuestras fuerzas.        
                 

5 comentarios:

  1. La verdad es que estoy aterrizando en esta metodología, que me parece realmente interesante, y que como especialista en Pedagogía Terapéutica empiezo a comprobar útil con algunos de mis alumnos que tienen dificultades con las matemáticas. Pero aquí van las preguntas: ¿cómo puedo encuadrar el trabajo que llevo a cabo en el aula de apoyo con esta metodología, con el trabajo que se realiza en el aula ordinaria, basado en la metodología tradicional y aferrado a los libros de texto?, ¿cómo le expongo a un compañero que me saca 15 años de experiecia profesional, que hay una manera más sencilla de trabajar tal o cual cosa con determinado alumno y que sería interesante que lo trabajara de la misma manera con el resto de sus compañeros? Quiero pensar que esto no es un todo o nada. Sé que es muy complicado trabajar aislado, pero me parece más complicado que claustros completos se olviden de las matemáticas tradicionales. Me gustaría pensar que, a pesar del predominio de las matemáticas tradicionales, es compatible el trabajo basado en esta metodología. ¿NO sería injusto abandonar unas estrategias porque el resto del claustro no las "aprueban"?¿No sería preferible compatibilizar ambas metodologías, sobre todo por el bien de esos alumnos a los que tanto beneficia este método?

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  2. Plantea problemas de mucho calado, cuya solución escapa de nuestras posibilidades. Procuraré explicarme. El éxito del método ABN y los buenos resultados que los niños alcanzan con él se asienta en cinco principios: trabajar con números, tener de los mismos una visión dinámica, que los algoritmos se adapten a las características de los sujetos, que sean transparentes y se trabajen con referentes, y, por último, que admitan el relato, esto es, que por lo que nos cuenta el niño (y por lo que le preguntemos) sepamos si el alumno entiende o no lo que está haciendo.

    El cálculo tradicional no cumple con ninguno de los anteriores requisitos. No trabaja con números, sino con cifras descontextualizadas, el aprendizaje del cálculo y de los números es similar al de las capitales de las Comunidades Autónomas (de memoria), todos los algoritmos deben ser resueltos de una única manera por todos los alumnos, con independencia de la capacidad que posean, sus “cuentas” son opacas y arreferenciadas, y finalmente el alumno no puede contar nada porque nada entiende. Por eso indico que se trata de métodos incompatibles. Uno es un tratamiento deshabituador del tabaco, y el otro exige fumarse dos paquetes de cigarrillos al día.

    Lo anterior no impide el planteamiento terapéutico o recuperador que expone. Si un niño no se entera de lo que hace con el cálculo tradicional, es normal que se intenten abordar sus dificultades desde otras perspectivas. Aquí hablamos de algo paliativo. El problema no es ese, sino pretender enseñar a la vez una cosa y su contraria. Aparte de que la persona que concibe que se pueden enseñar a la vez los dos métodos indica que no se ha enterado de mucho. Y luego está la cuestión más profunda, que se queda apenas esbozada. ¿Qué hacemos cuando los claustros –o mayoritariamente sus componentes- no quiere saber nada de ABN? ¿Qué ocurre cuando, como ocurre en algunos colegios en los que ya hay grupos trabajando el ABN, se niegan a adoptar la nueva metodología pese a que tengan evidencias palmarias de que los alumnos que han seguido el nuevo método alcanzan un nivel mucho más alto que los que no lo han seguido? Pues no pasa nada. Usted mismo lo dice: ¿cómo decirle a alguien con más experiencia lo que tiene que hacer? En esta situación estamos, y créame si le digo que muchos docentes oponen seria resistencia a salir de ella. No tengo ningún remedio y la solución ha de venir por otro camino. Afortunadamente, cada vez encontramos menos resistencia y menos docentes con esa visión profesional tan perjudicial.

    En Septiembre se cumplirán cuatro años desde que el primer grupo de alumnos comenzó con esta metodología. Lo que era un grupo de 23 alumnos hoy son cientos de grupos con miles de ellos y lo que era una maestra aislada hoy son centenares. Ello ha sido posible no por decisiones consensuadas de los claustros, sino por la valentía, el arrojo y la conciencia profesional de las docentes, que a veces lo han pasado muy mal y han sufrido (y sufren) presiones por parte de los compañeros. Pese a todo, los resultados cantan, funciona el boca a boca, y nos vamos abriendo camino no sin dificultades.

    Quiero terminar con una nota de humor. En una ocasión, un joven le preguntó al cura que si se podía fumar mientras se rezaba. El sacerdote le respondió con un no tajante. Se lo comentaba a un amigo más sabio, que le respondió: la próxima vez cambia la pregunta; en lugar de preguntar si se puede fumar mientras se reza, pregunta si se puede rezar mientras se fuma.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo con usted.
      Desde que aplico el método en mis clases, los niños, o así lo entiendo yo, saben de qué están hablando en clase de matemáticas. Resuelven más satisfactoriamente los problemas, descomponen los números, no quedándose con lo que estrictamente piden los libros, ellos me dan todo tipo de ejemplos ,por lo tanto modificamos los libros sin querer, no estaba acostumbrada a que hicieran las series decrecientes y crecientes tan resolutivamente y ¡ sin dedos !... resumiendo su campo de visión es mucho más amplio, aprenden más rápido y creo que con menos esfuerzo. Mi único problema, pues que estoy sola, y cuando los niños estén con otro profe, volverán al método tradicional. Un saludo y sigo aprendiendo de ustedes. Gracias.

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  3. ¿De dónde es usted? ¿Dónde trabaja? Me encanta conocer a las personas que son tan valientes.

    Su testimonio nos ayuda mucho.

    Gracias.

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  4. Trabajo en un cole de Madrid. Ya han sido varias las veces que les he mandado trabajos de mis niños( las fichas de José Miguel son fantásticas y trabajo con los palillos , no con ábacos ni con regletas ) Conocí el método a través de José Miguel. Un día, volviéndome loca para explicar a mis niños las restas con "llevadas" me puse en contacto con José Miguel y él me llevó de la mano al método ABN. Yo misma me creo lo que hago y eso repercute en los niños. Saludos.

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