El artículo se mueve dentro del paradigma de la enseñanza tradicional. Prueba de ello son las pruebas o reactivos que emplean para medir el desempeño de los niños.
Para le medición de las habilidades de procesamiento numérico no simbólico presentan simultáneamente dos montones de puntos, de distinto tamaño y con las siguientes proporciones: uno es la mitad del otro (3 y 6, o 4 y 8); las dos terceras partes (4 y 6, 6 y 9); las tres cuartas partes (3 y 4, 6 y 8) y las seis séptimas partes (6 y 7). La diferencia mínima era de 4 puntos (p.e., 8 y 4, 6 y 10), y la máxima de 15 (20 y 5, 18 y 3).
Las habilidades de pensamiento numérico simbólico son medidas presentando las grafías de dos números cualesquiera, en el rango de 1 a 9, y el alumno debe señalar al mayor de ello. Por ejemplo, se presentan el 3 y el 8 (la distancia numérica era de 5) y el niño acierta si responde que el 8 es mayor.
Las habilidades de proyección son medidas de manera muy aguda. Aparece la grafía de un número y dos montones diferentes de objetos. Uno de ellos tiene un cardinal que se representa por el número que aparece. Ese es el que el niño tiene que señalar. En pocas palabras, debe saber identificar grafía con cantidad. Ello, claro, en el rango 1 a 9.
Los niños de Infantil del ABN se mueven en otra dimensión. No me aventuro a nada si afirmo que los alumnos ABN de primer curso (3-4 años) resolverían esas pruebas sin ningún tipo de dificultad. Nosotros estamos en otro paradigma, y ello es así con independencia de que seamos ignorados por casi todos los investigadores universitarios.
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