En mis tiempos mozos de director de colegio, un inspector de educación ya jubilado, Matías Trejo, me dejó el siguiente consejo para la labor de dirección que empezaba por aquél entonces: “Pepe, usa el sentido común en todo lo que hagas en el colegio”. Éste consejo creo que lo he seguido a rajatabla no sólo en mi trabajo sino también en la vida diaria. Y viene a colación a que en mi labor de corrección de las pruebas “ESCALA” en Andalucía, y a pesar de mis indicaciones durante todo el curso, los alumnos en su afán de hacerlo todo mentalmente y ahorrarse pasos, me han puesto en una tesitura que he tenido que resolver aplicando el consejo que me dio Matías Trejo.
El tema se trata, como habréis adivinado, que muchos de ellos han resuelto los problemas directamente, es decir, lo han leído y han puesto directamente el resultado y la palabra de que se trataba (30 velas,…). Por un lado si aplico estrictamente las directrices de corrección para los cuadernillos (no puntuar la falta de señalización de los datos y expresión de la operación correspondiente), obviamente no estaría usando el sentido común, ya que el alumnado ABN mayoritariamente, no sólo tiene capacidad para resolver problemas y operaciones tan extremadamente simples como las que se les han planteado, sino que además no estaría haciendo caso al fin último de las pruebas, que creo no equivocarme, es conocer lo más acertadamente posible los conocimientos de nuestros alumnos. Por ello seguir dichas directrices en este asunto, por sentido común, sería ir contra natura.
Por otra parte me gusta ser muy pulcro en la realización de las pruebas, por lo que esta decisión, aunque la veía lógica, no me dejaba tranquilo, por lo que en conversación con Jaime Martínez Montero, me despejó todas las dudas al comentarme literalmente:
“Llevas toda la razón. Las instrucciones están exclusivamente pensadas para la gran mayoría de los alumnos, que utilizan el cálculo tradicional. Pero ellas no valen para los ABN. Posiblemente, si utilizaran preguntas algo más complicadas y números algo más elevados los niños y niñas ABN tendrían que recurrir a realizar sus algoritmos. Pero como todo lo ponen tan fácil…. Creo que hay que diferenciar entre significado (el contenido estricto de las instrucciones de corrección) y el sentido. El sentido no puede ser que un alumno que resuelve brillantemente las pruebas obtenga la misma puntuación que uno que no sepa hacerlos, debido a que las instrucciones de corrección no contemplan la metodología nueva. Eso perjudicaría a los alumnos y falsificaría los resultados.
La cuestión es clara. Si el alumno o alumna domina en un grado de excelencia la materia, no se le puede penalizar porque las instrucciones de corrección están hechas para otro contexto. Porque se trata de que los resultados que se obtengan reflejen el nivel real de los alumnos, ¿no?”.
Por ello creo necesario dejar en este artículo tanto mi opinión y actuación, como la interpretación que Jaime Martínez Montero hace de este mismo asunto, por si puedo con ello ayudar a aquellos docentes que se ven en la obligación de aplicar unas pruebas que no están pensadas para alumnos con más altas capacidades como son los del algoritmo ABN. Y si alguien de la administración tiene las más mínima duda de las capacidades de mis alumnos le invito a que venga a clase y los compare con cualquiera del algoritmo tradicional.
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