En la línea de ofrecer argumentos a las compañeras y compañeros que están aisladas y a veces tienen que contestar a cuestiones y preguntas nada fáciles, me quiero ocupar hoy de uno que tan solo he escuchado referido al desarrollo del método ABN.
¿No vamos demasiado
deprisa? Más de una vez nos han hecho esta advertencia. Incluso en
ocasiones nos lo han dicho en tono de reproche. Para qué tanto correr, para qué
ocuparse de contenidos que son de cursos
superiores, porqué correr el riesgo, al ir tan rápido, de aumentar las
naturales diferencias que se dan entre unos alumnos y otros. Estas no son
preguntas, sino afirmaciones que nos hacen. Por eso no he puesto signo de
interrogación. Circulando a tal velocidad, nos recalcan, apenas damos tiempo al
sosiego, a que los nuevos saberes se posen y asienten, a que recuperen el aliento
los alumnos a los que más les cuesta seguir el ritmo general.
Esto
que nos dicen, expresado de esta manera, suena muy bien. El otro día, visitando
una clase, me lo recordaba, con cierta suavidad, una maestra. Me ponía de
ejemplo los grupos de 3º de ese colegio, que iban muy adelantados. Hasta
dividían utilizando decimales, tanto por extracción de los mismos a partir del
resto, como porque aparecían decimales en el dividendo. ¿Qué podemos contestar
cuando nos digan cosas parecidas a estas? Más o menos lo que sigue en los
siguientes párrafos.
Lo primero que constato es que tal argumento no se daría en otra materia. ¿Detendrían el progreso del niño o niña que avanza con rapidez en lectura? ¿Y al niño que puede adquirir un vocabulario por encima del que es habitual en su edad? ¿Y a la niña que demuestra una gran habilidad deportiva? ¿Y al niño que toca muy bien un instrumento? ¿Y al que juega muy bien al fútbol? Nos contestan a estas preguntas del siguiente tenor. No se trata de que unos no vayan bien o muy bien, sino de que no se creen distancias muy grandes entre lo que saben unos alumnos y otros. Pues sigue entonces la conversación.
En
los grupos ABN se producen diferencias entre los niños y niñas. Hay unos que
van más adelantados que otros. Decir esto es como afirmar que en Febrero las
madrugadas son más frescas que en Agosto, pero bueno. El asunto está en saber
si las diferencias que se producen entre unos niños y otros son mayores o
menores de las que se manifiestan en las clases donde se emplea el método
tradicional. Pues resulta que con nuestra forma de trabajar disminuimos las
diferencias. Conforme a los datos objetivos que tenemos, los grupos con
metodología ABN generan menos diferencias intragrupos que los tradicionales. El
análisis de la distribución de los resultados, los estadísticos que miden la
variabilidad, la distribución de los subgrupos en los diversos escalones
intermedios, tanto en las pruebas Escala como en las de Diagnóstico, así como
en las evaluaciones internas que realizamos, nos permiten ser concluyentes: la
separación de los alumnos es, en nuestro caso, mucho menor que en los grupos
tradicionales. Hay otra distancia entre alumnos que hemos recortado
notablemente: al elevarse los rendimientos de los chicos y chicas, se elevan
las notas, y las diferencias que llevan a que unos suspendan y otros no, e
inclusive a que unos repitan y otros no, prácticamente han desaparecido. En los
grupos ABN casi no existe el suspenso, y lo que más abunda son los alumnos que
obtienen calificaciones por encima del Bien. No es el caso de los grupos
tradicionales. Si se me permite la comparación, si se tratara de la distancia
existente entre ricos y pobres, en los grupos tradicionales habría mucha
distancia entre muy pocos ricos y muchos pobres, mientras que en los ABN habría
una distancia más corta entre muchos ricos y muy pocos pobres.
Recurrí
también a un segundo argumento. Para los docentes que no conocen el método ABN,
muchas de las cosas que hacemos les parecen muy difíciles. Pero les parece que
es así porque lo juzgan desde la plataforma de observación del cálculo tradicional. Fijémonos en
los decimales. Los niños de 8 y 9 años son expertos en el uso de los céntimos,
de lo que sobra de un euro, etc. Es un conocimiento que crean a partir de su
propia experiencia. El cálculo ABN lo que hace es facilitar la formalización de
ese mecanismo espontáneo del cálculo que ya tienen los niños. En algún vídeo
hemos mostrado esto: niños de siete años hacen por vez primera una suma o una
sustracción con decimales sin que antes se les haya enseñado cómo se hace. Lo
que ocurre es que, antes de proponerle al niño o niña que hiciera esa tarea, nos
habíamos enterado de que éste manejaba bien el dinero (en estos niveles, como
es lógico). Por otro lado, aquí no tratamos de decimales, sino de monedas de
diez céntimos y de céntimo, que es una realidad habitual (y deseada) en sus
vidas.
Hay
otra cuestión, derivada del gran nivel de cálculo que los niños poseen (esto ya
sí se nos reconoce). Cuando los niños adquieren una gran soltura en todo tipo
de cálculos, son capaces de abordar contenidos que, para los que no tienen
cálculo mental, parecen imposibles. Por ejemplo, los niños de 4º y 5º se atreven
con el cálculo mental de porcentajes y cuasi mental de raíces cuadradas. Estos
cálculos son para ellos más fáciles que la división por dos cifras. Los otros
alumnos, los del cálculo tradicional, no pueden hacerlos. Para ellos es
imposible. Por eso, para resolver las cuestiones anteriores, recurren a unos alambicados procedimientos de extremada
dificultad. El asombro ante lo que hacen los ABN viene de ahí. Se piensan que
los niños hacen, mentalmente y a gran velocidad, los retorcidos y complicados
procedimientos que ellos deben adquirir. Y no. No tienen nada que ver.
No
alarguemos más el artículo. Hay personas que demuestran ante el fenómeno ABN
unas reticencias, unas exigencias y unas salvedades que se guardan muy mucho de
expresar en situaciones de carencias de aprendizaje mucho peores. Así es la
vida.
¡Buenas tardes! A parte de este magnifico blog me gustaría comprar algún libro para aprender a trabajar con mi alumnado. ¿Podría recomendarme algunos? Gracias .
ResponderEliminarEstela
Tiene las referencias en el blog, pero no me importa repetírselo.
EliminarPara Educación Primaria tenemos: "Martínez Montero, J. (2010). Enseñar matemáticas a alumnos con NEE. 2ª edición. Madrid: Wolters Kluwer.
Para Educación Infantil. "Martínez Montero, J., y Sánchez Cortés, C. (2011). Desarrollo y mejora de la inteligencia matemática en la educación infantil. Madrid: Wolters Kluwer.
Gracias por tu interés.
Es cierto Jaime, yo como profesora que utiliza la metodología ABN, constato todo eso.
ResponderEliminarLos docentes somos incapaces de pensar que los niños no tienen todos esos esquemas mentales que nos inculcaron a nosotros y siempre argumentan la imposibilidad de llevar a cabo el método por todos esas trabas que arrastra el cálculo tradicional.
Es muy agotador tener que convencer a diario a compañeros que ni quieren ni dejan.