¡Vaya una pregunta! Pues todo depende del contexto. ¿Tengo obligación de tirarme a una piscina si no quiero? Evidentemente no, salvo que
se esté un niño ahogando. Los matices son importantes, y por eso queremos
responder a la anterior pregunta recurriendo a ellos. Es importante también el
orden en que se hacen las preguntas. A veces, si primero se hace una, otra
posterior puede dejar de tener sentido. Por ejemplo, ¿tiene el docente la
obligación de aplicar la metodología que consiga mejor aprendizaje y calidad
educativa en sus alumnos? Esta pregunta desactiva muchas posteriores. Pero
vayamos a contestar la cuestión primera.
Conforme el método ABN va extendiéndose por
los colegios, comienzan a detectarse situaciones en las
que los docentes oponen franca resistencia a incorporarse a la nueva metodología. El lema de la misma se puede resumir en lo que sigue: “A mí nadie me puede obligar a aprender o a aplicar el cálculo ABN”.
que los docentes oponen franca resistencia a incorporarse a la nueva metodología. El lema de la misma se puede resumir en lo que sigue: “A mí nadie me puede obligar a aprender o a aplicar el cálculo ABN”.
Contextualicemos. Nos referimos a
centros que ya aplican el método y que cada año académico, conforme los grupos
que lo comenzaron pasan al curso siguiente, aumentan la necesidad de docentes
que trabajen la nueva metodología. Por ejemplo, en el colegio A, que es de una
línea, comienzan ABN en 1º. Al curso siguiente ya hay dos grupos (1º y 2º), al
siguiente tres, y así. Llega el momento en que no hay docentes con preparación
específica, y el que tiene que coger el grupo que ya ha llegado a 5º se niega a
continuar con la metodología. Este es el señor o señora que dice que nadie le
puede obligar a dar ABN.
¿Es así? Vayamos por partes. El
docente es un profesional y no un jornalero. Por ello se le ofrece un marco
laboral en el que cuenta con cierta autonomía y capacidad de autodeterminación.
Pero esa autonomía no es una patente para hacer lo que le dé la gana, sino que
se fundamenta en que, debido a su preparación, es capaz de elegir la mejor vía
de acción posible en su trabajo. Es, como aparece en la actual legislación, la
“libertad de cátedra ordenada a conseguir una mejora de la calidad de la
enseñanza”.
La cuestión estriba en responder
a esta pregunta: ¿Puede el docente, en uso de su libertad de cátedra, elegir
una metodología cuya aplicación suponga para los alumnos un retroceso, una
pérdida de conocimiento y competencia? Evidentemente, si el docente se
considera un profesional, a la pregunta anterior debe contestar que no.
Trasládese la pregunta a cualquier otra profesión. ¿Puede el médico, en aras de
su libertad de diagnóstico y de tratamiento, establecer uno que conoce bien,
pero que sabe que va a estropear la salud del paciente?
Esto que comentan algunos
docentes en el secreto de los pasillos, esta oposición que hacen a la
incorporación de la nueva metodología, ¿lo harían igual ante la sociedad?
¿Defenderían ante los padres de los alumnos su derecho a hacer las cosas como
les parezca, por encima del derecho del niño a alcanzar un nivel más elevado?
Cuando el docente se presenta a las oposiciones o a una entrevista previa a la
consecución del trabajo, ¿defendería entonces ese punto de vista ante esa
comisión de selección, para que no se llamaran a engaño sus posibles
contratadores?
Comprendo que pueda haber
docentes reacios a la alteración de las rutinas o de los hábitos de trabajo
inveterados. Lo que me parece muy mal es que lo vistan de dignidad y presenten como un derecho inalienable el hacer lo que a uno le parezca, aun
cuando con ello se perjudique a los alumnos.
Pero el problema no es de ellos,
o al menos no del todo. El problema es de las autoridades que permiten que el
perfeccionamiento y la puesta al día del docente sea algo voluntario. ¿Tiene el alumno derecho a tener un profesor actualizado y que esté al día? Si la respuesta es sí, el profesor
debería tener ese deber. Como ya escribí en otra ocasión: “ El perfeccionamiento del profesorado tiene que
dejar de ser, si acaso, un requerimiento moral, para convertirse en una
obligación legal. Cuando esto se consiga tendremos un indicador de que nos
tomamos en serio la educación de los alumnos y que ponemos todos los recursos
necesarios para que el sistema escolar alcance sus objetivos. En definitiva
que, como dijo Jorge Semprún, no sólo nos preocupemos por el mundo que le
dejamos a nuestros hijos, sino también por los hijos que le dejamos a nuestro
mundo”.
Estoy completamente de acuerdo.Es lamentable que contra esas actitudes "inmovilistas" la respuesta sea dejarlos hacer de su capa un sayo y perjudicar a los alumnos.
ResponderEliminarMás claro el agua. Los docentes utilizan el concepto de "libertad de cátedra" según les convenga. Estamos acostumbrados a mirar nuestro ombligo y después es del alumnado. Si dependiéramos de una empresa privada estas cosas no ocurrirían.
ResponderEliminarMe parece también deplorable la postura de algunos compañeros que se amparan en su libertad de cátedra, que dicho sea de paso, no sé de donde lo sacan, para seguir dando clase como hace cuarenta años y pasar de todo. Opino que las personas que tienen competencias para ello deberían ponerse las pilas y "obligar" en cierta medida al reciclaje, formación e innovación de los docentes.
ResponderEliminarAdemás el tema es: "yo no lo hago, pero tu tampoco" e intentan hundir el barco por donde sea,
¡¡¡ lamentable este cuerpo docente, Sr. Martínez!!!!
Completamente de acuerdo. La palabra docente implica autoformación y capacitación profesional constante no sólo en metodologías y didácticas específicas, sino en aplicaciones TIC, conocimiento de recursos, materiales, técnicas de modificación de conductas, conocimiento de experiencias de éxito o buenas prácticas y otros tantos aspectos que están implícitos en el día a día con los chavales. La formación es clave.
ResponderEliminarPienso que cada uno es responsable del proceso de enseñanza- aprendizaje de sus alumnos y si algo no funciona bien y/o podría funcionar mejor, existe un deber profesional del maestro de BUSCAR y EXPERIMENTAR con nuevos métodos/didácticas/ materiarales/ recursos... porque lo que tenemos ya lo conocemos
ResponderEliminarLa clave de todo está en incluir dentro del Proyecto Educativo del Centro a través de la memoria de autoevalución que realizamos a final de cada curso aquellas prácticas docentes, metodologías de trabajo(ABN, trabajo por proyectos,etc) que queremos aplicar y poner en práctica en nuestro centro. En Claustro se aprueban estas memorias y con ella todas estas nuevas iniciativas metodológicas que queremos incluir en nuestro centro para la mejora de la calidad de enseñanza de nuestro alumnado.De esta manera si llega al centro un profesor/a nuevo debe cumplir lo que está aprobado por el claustro del Centro, por el Consejo Escolar y se ha incorporado al proyecto educativo del Centro.
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