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jueves, 10 de mayo de 2012

¿Izquierda-derecha o derecha-izquierda?

            No me refiero, claro, a ninguna cuestión política, sino técnica y que cae de lleno en el aprendizaje del cálculo. Es la que sigue: ¿cómo hallo el producto de 43 x 3? ¿Lo hago de derecha a izquierda (3x3 primero y luego 3x4 o 40)? ¿O mejor de izquierda a derecha (3 x 40 y luego 3x3)? Esto no solamente vale para la multiplicación, sino también para la suma y para la resta. No quiero ir directamente al grano, sino rehacer la situación que me ha llevado a plantearme esta cuestión y, como resultado, a escribir lo que sigue. 

            Es cada vez mayor el número de maestros y maestras que comienzan a utilizar el método ABN, y en 
muchas ocasiones desde lugares aislados o en colegios en los que nadie con anterioridad ha comenzado siquiera a intentarlo. Es muy meritorio y demuestran una gran valentía y un enorme pundonor profesional. Pero a veces surgen pequeños inconvenientes. O no tan pequeños si se juzga por los efectos que en ocasiones se producen. Uno de ellos es comprobar que en el nuevo cálculo perviven los hábitos del viejo, de modo tal que impiden un adecuado desarrollo. Me explico más detenidamente.

            La primera seña de identidad del método ABN es el cálculo con números, y no con cifras descontextualizadas. Ello implica, entre otras cosas, que los cálculos, indefectible e inexorablemente, se han de hacer de izquierda a derecha y nunca, nunca, de derecha a izquierda. Es algo clave. Psiconeurólogos e investigadores del aprendizaje han establecido científicamente cómo el cerebro procesa los cálculos en el sentido izquierda-derecha, y que de ese modo tales cálculos se hacen con mayor rapidez, seguridad y exactitud. Para que nos hagamos una idea, si se calcula derecha-izquierda es como si en el lenguaje habláramos o aprendiéramos nombres también de derecha a izquierda: Oinotna por Antonio.

            La cuestión es tan importante que la rapidez, la precisión y la exactitud del cálculo mental de los alumnos ABN está apoyada sobre esta característica. Quiero decir con rotundidad, por tanto, que si se trabaja en el sentido derecha-izquierda se impide que los alumnos cojan soltura en sus procedimientos de cálculo. Tan es así que cuando me he encontrado a algún maestro o maestra que me ha expresado alguna reticencia respecto a esta cuestión le he sido tajante: si los chicos no alcanzan un nivel superior de cálculo, ¿para qué el ABN? Que sigan con el método tradicional.

            Solo encuentro explicación a esta orientación metodológica en algunas clases considerando el tremendo peso de la tradición, a la losa que supone llevar toda la vida efectuando el cálculo de una determinada manera. Pero se tiene que hacer un esfuerzo y acostumbrarse al nuevo modo de abordar los cálculos. Que no se engañe ningún docente a este respecto. La forma de calcular derecha-izquierda se practica desde hace decenas y decenas de años, en millones y millones de niños y por miles y miles de maestros. El resultado es bien conocido: los chicos no saben calcular si no es haciendo la cuenta con papel y lápiz. Si se desea que sepan hacer algo de cálculo mental, entonces tienen que seguir programas de entrenamiento específico que, por lo general, suelen ser de muy corto alcance. Seguir con esa práctica es condenar al niño al analfabetismo matemático funcional, e impedirle el acceso a las destrezas y habilidades más formativas del cálculo. Y para eso que no cuenten con nosotros. 

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