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miércoles, 17 de agosto de 2011

Se acerca el comienzo del curso.

Se va acercando el comienzo del curso. Lo noto en que, tras el puente de Agosto, han aumentado notablemente las visitas al blog (siempre dentro de la modestia). Como no tenemos nuevos materiales (ni los tendremos hasta que los niños vuelvan a las aulas), quiero comenzar respondiendo a una cuestión que se suscita en los cursos en los que se explica el método. La cuestión sería: “¿No es preferible que sean todos los docentes del mismo Ciclo los que adopten el método, y no uno o dos de manera aislada? Esto evitaría que existieran diferencias entre unas clases y otras”.
Mi respuesta es rotunda: NO. No es preferible. Es más, si optáramos por esa opción es posible que el método no existiera o, mejor dicho, no se hubiera desarrollado en ningún grupo de alumnos. Pero no se trata sólo de un asunto de supervivencia. Es que es más ventajoso para el propio centro y para el resto de los compañeros y compañeras que sean unos pocos los que comiencen y que, más adelante, se vayan incorporando más docentes. Explico por qué sostengo este punto de vista.
En primer lugar, no hay que hacer caso a eso de las “diferencias” entre unas y otras clases. Esas diferencias existen y han existido siempre. Las diferencias no aparecen porque se aplique el método ABN, ni desaparecen porque no se aplique. Esto es tan obvio para cualquiera que conozca mínimamente la enseñanza que da un cierto rubor explicarlo.
En segundo lugar, el que sean una o dos maestras las que, en el centro, comiencen a trabajar el ABN presenta muchas ventajas de cara a la coordinación del proceso y al seguimiento del mismo. No es lo mismo seguir y asesorar a una o dos personas por centro que a otras muchas.
Pero, en tercer lugar y sobre todo, es muy ventajoso para el resto de los compañeros y para el propio centro. Así, no se obliga a nadie a hacer lo que no quiere. El grupo o grupos de alumnos que llevan el método dan testimonio de su rendimiento. Son niños del colegio, iguales a los de los otros grupos, han pasado por las mismas aulas de infantil. Por ello, son significativos sus avances y son un argumento muy decisivo para convencer a otros compañeros y compañeras para que, en próximos cursos, se unan a la experiencia. Dicho de otra forma: el ejemplo real que arrastrará a los demás no serán las palabras que les podamos decir, sino los resultados que alcancen los niños. Cualquier maestro, además, puede entrar en la clase y comprobar el nivel de aprendizaje matemático que alcanzan los “experimentadores”.
Hay otro factor muy importante: los pioneros en la aplicación del método se forman y se curten, y así van a poder servir de ayuda a los que comiencen en cursos posteriores. No es lo mismo que entren los cuatro o seis docentes de un Ciclo a la vez y con el mismo grado de ignorancia, que lo hagan cuando ya cuentan con un experto en el propio centro que ha recorrido antes la senda por la que los nuevos van a transitar. Es un compañero o compañera a pie de obra, disponible, al que se le consulta y responde con inmediatez, que puede venir a la clase o que los nuevos pueden ir a visitarlo para aprender ciertas prácticas. Además, se contará así con una programación previa, con unos materiales contrastados, con unos modelos de evaluación, con una experiencia en lo que se refiere a la información y la relación con los padres, etc.
Así que, ¡ánimo! Todos los caminos, por muchos kilómetros que tengan, comienzan con un primer paso. Estoy seguro de que tendremos un magnífico curso.
     

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